La primera oleada que recuerdo fueron los restaurantes chinos que florecieron por doquier, les siguieron los mejicanos, los japoneses y sus hermanos los chinos convertidos a japoneses, shawarmas que inundan el Raval, buffets vegetarianos, los vascos con el “boom” de los pinchos en los cuales los palitos de cangrejo encuentran su hábitat natural, el renacer de los restaurantes de hotel, y un largo etcétera.
Todo esto sin
olvidar el desembarco de cadenas y grupos hosteleros que “copan” determinados
segmentos del mercado y sobre los cuales tengo serias dudas sobre su beneficio
al sector y a la gastronomía en general.
Ahora le llegó el
turno a la hamburguesa, sobre la cuál se podría hablar largo y tendido ya que
podemos seguir sus rastros hasta la época de los romanos, si bien no podemos
negar que los padres de la criatura tal y como la conocemos en los tiempos
modernos son los norteamericanos.
En un intento de
dignificar la quinta esencia del Fast food han abierto sus puertas locales
especializados en este preparado de carne picada con más o menos gracia.
Restaurantes como La Burg, El Kiosko, El Petit Burguer, Bacoa o el Filete Ruso
han basado su oferta en la omnipresente hamburguesa.
Santa Burg, se
suma a esta creciente oferta desde hace poco más de un mes. Apuntar que
conocimos la existencia de esta hamburguesería vía Facebook y nos decidimos a
visitar este pasado sábado. El local ubicado en Sants, en la calle Vallespir,
vieja conocida porque en ella se encuentra una de las mejores vinotecas de la
ciudad, El Celler de Gélida.
Santa Burg, Hamburguesería
Llegábamos pasadas las diez de la noche, tardaron en recibirnos y tardamos más de treinta minutos en conseguir mesa. El pequeño local estaba abarrotado y las dos personas que atendían la sala, uno en la barra y otro a cargo de las mesas estaban desbordadas. Las disculpas y simpatía de la camarera aliviaron la situación.
Llegábamos pasadas las diez de la noche, tardaron en recibirnos y tardamos más de treinta minutos en conseguir mesa. El pequeño local estaba abarrotado y las dos personas que atendían la sala, uno en la barra y otro a cargo de las mesas estaban desbordadas. Las disculpas y simpatía de la camarera aliviaron la situación.
2 ensaladas, 6
hamburguesas, 2 bocadillos y 2 frankfurts componen la carta de Santa Burg,
además de una serie de complementos para las hamburguesas y del apartado de
bebidas, con dos vinos, un cava, refrescos y cervezas, entre estas últimas un
apartado de cervezas artesanas que es de agradecer. Postres no hay, ¿¿??, lo cuál nos extraño mucho.
Las hamburguesas
Santa Deluxe.
Hamburguesa de buey de 150g, escalopa de foie, manzana caramelizada y cebolla
confitada, esta última se la añadí yo como extra. 8 € + 1 € de la cebolla
confitada.
Santa Royal. Hamburguesa de buey de 150g, bacon, lechuga, cebolla confitada, tomate y mayonesa a la mostaza antigua. 6,80 €.
Unas patatas
fritas bastante correctas, dos cervezas, un café y dos trocitos de coca de un hojaldre bastante bueno y una crema no tan buena, completaron la “frugal” cena.
Como ya apunté más
arriba los postres brillan por su ausencia, si bien los fines de semana según
entendí, ofrecen unas porciones de coca de crema para calmar ese deseo
incontrolable de algo dulce que muchos sienten al terminar una comida.
Para terminar
Un local
agradable, aunque mal distribuido desde nuestro punto de vista, una barra
excesiva y pocas mesas, cuando lo que realmente busca la clientela es comer
sentado.
Las hamburguesas
muy correctas, casi en el punto de cocción en que se solicitaron, pero sin
aportar nada nuevo al igual que el resto de la carta. Eso sí, materia prima de primera. Excelente el foie. La carta demasiado escueta a nuestro parecer.
Extraño o poco
acertado el hecho de no ofrecer postres, pero sus razones han de tener.
Igualmente nos
pareció un tanto raro el escaso personal para un sábado noche, vamos ha
achacárselo a la crisis.
Lo positivo, los
precios en conjunto bastante ajustados en relación a la calidad del producto y
la zona.
Un conjunto bueno,
pero con algunos aspectos que nos dejan interrogantes, como los botes de Heinz
para acompañar la hamburguesas.
A solventar los
tiempos de espera, queramos o no la hamburguesa se asocia con la comida rápida.
Lo desconcertante
Al levantarme a
pedir un café, me encuentro sobre la barra el cuaderno interior de el periódico la
Vanguardia, dedicado a las ¡hamburguesas! y en la primera plana una foto de los
propietarios de Santa Burg: Alain Guiard i Xavier Pellicer!. Ahora sí que no
entendíamos nada, de igual manera que las apreciaciones de más arriba pierden
valor y se han de mirar desde otro punto de vista.
¿No se puede
prever que apareciendo el Sr. Pellicer en esa foto,el local se llenaría?, el pequeño caos de la sala se hubiese
solucionado con uno o dos camareros de más.
Pero lo que
realmente nos dejo descolocados fue el hecho de no poder establecer un vínculo
entre la oferta de la hamburguesería y el potencial de un cocinero como Xavier
Pellicer que dirige el legado de uno los cocineros más importantes de este
país, Santi Santamaría. En resumen continuamos haciéndonos preguntas
del tipo ¿encajan bien los botes de Ketchup y mayonesa Heinz, con unas
hamburguesas “gourmet”?, ¿ y si además le sumamos a esto el nombre del cocinero
que hay tras ellas?. Las preguntas nos asaltan. Pese a todos estos
interrogantes la visita mereció la pena.
Precio para dos:
28,65 €
Santa Burg
C/
Vallespir 51, (Sants) Barcelona
tel 93 676 39 74
Horario:
Horario:
mar
- vie: 13:00-16:00
19:30-1:00