miércoles, 13 de octubre de 2010

El Cigró d'Or, Oriol Llavina



El Cigró d'Or, Oriol Llavina 
Gelida (Barcelona). 11 de Octubre de 2010

No hay dos sin tres y nuestra visita a Sant Sadurní con motivo de una feria entorno al mundo del CAVA fue la excusa para pasar una vez más por el El Cigró d'Or y disfrutar de su cocina.

Lo cierto es que en esta ocasión Joan y Oriol, Jefe de sala y cocina respectivamente, nos tenían tendida una emboscada muy agradable.

En las anteriores visitas habíamos probado siempre los platos de la carta, esta vez,  Joan hizo uso de sus artes como “Maître” y nos dejamos servir lo que ellos considerasen oportuno, que consistió en el menú degustación y un vino seleccionado por Joan.

En esta ocasión disfrutamos de la comida en el comedor que ofrece unas bonitas vistas a la montaña de Montserrat.


Bodega y demás

Joan, decantando el vino y envinando las copas

Les Sorcières du Clos des Fées 2008, Syrah, cariñena y garnacha, 14% vol, Côtes du Roussillon AOC. 18,80 € . Picota, ribete violáceo, cubierto. Excelente nariz con notas balsámicas, recuerdos a regaliz sobre un fondo de frutos rojos y notas de barrica. Boca amplia, acidez y tanicidad muy equilibradazas, marcado postgusto. Un vino excelente.


Gaseosa (La casera), 1,30 €.

El Pan. Un pan rústico tipo pagés muy correcto a la altura de otros que aparecen en este blog. 2 €.


Aperitivos


Caballa en escabeche y puré de judías verdes. Sencillez y correcta elaboración en este plato que aunaba la delicada textura de la caballa, la acidez del vinagre, el dulzor de la judía, un intenso aceite y unos brotes de ajo.

Arroz de mollejas, trompetas de la muerte y gamba. Un arroz en su punto, ligeramente pegajoso, caramelizado integrando todos los sabores. Nada más probarlo, nos hubiésemos comido una paella entera.

Primeros


Papada de cerdo, Ortiguillas y jugo de ostras. La papada, muy tierna obtenida de la parte menos grasa bañada en un jugo de ostras emulsionado, con un intenso sabor yodado. Sobre la papada unas “ortiguillas” perfectamente fritas, crujientes y con su agradable sabor marino y su característica textura que recuerda a los sesos. El plato sorprendió por sus matices y contrastes, la riqueza de sabores y por el encontronazo de un producto como la “ortiguilla” que despertó recuerdos y sabores del sur.

Aprovecho para recordar que las "ortiguillas" o "sesos de mar" son un tipo de anémona muy popular en la provincia de Cádiz, se sirven en fritura, como tapa.


Calamar y berenjena, esferificaciones de pimiento. En la base del plato una reducción de marisco, la berenjena tratada con una cocción al vacío y marcada sobre la plancha con una consistencia y textura muy agradables que proporcionaban al paladar todos los delicados matices y dulzura de esta hortaliza.
Los calamares, a penas salteados, tiernos y de gran frescura complementaban el delicado sabor de la berenjena, un polvo de aceitunas y unas esferificaciones de pimiento rojo, enriquecían y aportaban matices al conjunto.
Increíble textura para esta berenjena que sumada a las esferificaciones de pimiento rojo evocaba recuerdos a escalibada envueltos por la potencia gustativa del calamar. Un gran plato.

Segundos


Dorada salvaje con arroz rojo de la camarga, aire de humo y remolacha. En la base del plato una pincelada de coulis de remolacha, un arroz rojo de la Camargue aderezado con algo de brunoise de tomate y cebolla tierna.
La dorada a la plancha, conservando su punto jugoso y brillos anacarados, de calidad increíble. Terminaba el plato un aire de humo que armonizaba a la perfección con el resto de componentes del plato.
Todo un juego de sabores dulces y ahumados que traían recuerdos a brasa y armonizaban a la perfección con el marcado sabor yodado de la dorada arropada por la textura proporcionada por el arroz.


Ternera escalfada con mostaza. Una porción de ternera de indiscutible calidad simplemente pochada y acompañada de una emulsión de mostaza y de un jugo de asado. Muy buen equilibrio y complementariedad de sabores entre la mostaza y los matices dulzones de la salsa. Terminaba el plato unas hojas de mostaza que le proporcionaban textura y frescura al conjunto. El resultado un plato muy agradable, suave pero de sabores muy definidos.
El plato despertó recuerdos de una ternera que degusté hace muchos años en el restaurante Japonés Yashima de Barcelona, y también me vino a la memoria a un plato de solomillo de ternera al vapor que deguste hace poco; cocciones poco habituales en este tipo de carne que nos recuerdan que hay vida y horizontes más allá de la plancha.


Cordero rustido. Un lomito de cordero cocinado a baja temperatura, meloso y tierno. Acompañado por un jugo del propio cordero aromatizado con un pimentón ahumado ligeramente picante y guarnecido con un puré de patata aromatizado con limón, al igual que la patata chip que decoraba el plato.
Todos los componentes del plato probados por separado eran increíbles en cuanto a sabor y texturas, degustados en conjunto daban lugar a uno de los mejores platos de carne que nosotros hemos degustado últimamente.
Un juego de sabores muy potentes que se fundían a la perfección, recuerdos a escabeche? a patatas al ajillo?, un plato tan bueno como agradablemente desconcertante. Felicidades Oriol!.


Postres



Una Sara diferente. Una base de crema de praliné de almendras, un helado de mantequilla, bizcocho “micro” y unas virutas almendras crudas ralladas. Un postre suave y delicado en sabores y texturas. A Sarah Bernhardt le encantaría esta versión de la tarta que lleva su nombre.
Coincidimos yo y mi acompañante de que el plato le sentaría genial unas lágrimas de confitura de albaricoque o incluso una láminas de la misma fruta.



Higos al vino tinto. Higo pochado en vino tinto, una reducción del jugo de cocción, helado de nata, una “tierra” de galletas y un enrejado de chocolate negro. Inmaculada cocción y sabor de los higos que se integraban con el resto de sabores y texturas, sin destacar uno por encima del otro. En esta ocasión el contraste del calor de los higos, la salsa del tiempo y el frío del helado hacían del plato una delicia.



Cafés y demás


Acompañaban al café unos canelés de forma rectangular y un clásico: chocolate, pan aceite i sal en forma de cremoso de chocolate negro, aceite y una lámina crujiente de pan. Un final perfecto.


Para terminar...

El menú de Oriol fue espectacular, la técnica, la simplicidad, sabor y armonía que consigue en sus creaciones son de una gran riqueza. Sin lugar a dudas en nuestras próximas visitas creo que lo más acertado es dejarse guiar por sus manos y dejar que desde su cocina se sirva lo que èl considere oportuno.
Merito tiene también que tras esta cocina de autor basada en una excelente materia prima, de sabores intensos, de presentaciones elegantes y sobrias haya una cocina de espacio muy reducido y con sus consecuentes limitaciones, eso sólo lo sabemos los que hemos trabajado en una cocina pequeña. Me gustaría ver a Oriol manejarse en las instalaciones de cocinas como las de Can Fabes, Calima o Can Roca. 


Otro de los aspectos que más valoro del Cigró d’Or es su servicio de sala con Joan Quintana como cabeza visible, un jefe de sala con gran inquietud por su profesión con el que es muy fácil coincidir en cualquier evento relacionado con el mundo del vino, una de sus pasiones.

No acabaré sin felicitar una vez más, tanto al equipo de sala como de cocina por el excelente trato y menú del que disfrutamos, no sin lamentar que El Cigró d'Or es uno de esos “olvidos” de la guía roja . Podemos decir sin temor a equivocarnos que es una cocina en constante superación.

Menú degustación: 36 €, a destacar la acertada composición del menú y su relación calidad precio difícil de superar.
Total de la factura (2 comensales): 97,40 €
Precio por persona: 48,60 €

Podeís ver aquí mi anterior crónica sobre este restaurante: http://misrestaurants.blogspot.com/2010/07/el-cigro-dor.html

Recordar que en Vilafranca del Penedés, Oriol Llavina dirige también el restaurante el MerCat, http://www.restaurantmercat.cat/.


Restaurant El Cigró d'Or
Vicenç Perelló, 9-11. GELIDA.
Tel 93 779 03 89
www.elcigrodor.com






martes, 5 de octubre de 2010

Restaurante Ca l'Esteve



Restaurante Ca l'Esteve, 11 septiembre de 2010

Para los que vivimos en una ciudad como Barcelona es más que agradable escapar de tanto en tanto del bullicio desordenado que la caracteriza y si es con la excusa de comer en un restaurante como Ca L’Esteve, mejor que mejor. Treinta kilómetros son un abrir y cerrar de ojos.


Advertir que esta crónica no es una crónica normal, como tampoco lo es Xesco, Jefe de cocina, ni el restaurante en sí.

Conocí a Xesco hace muchos años, compartimos escuela de cocina y profesor. Eso que conocemos como “destino” nos ha vuelto a reunir, más viejos pero más “sabios”. Por todas estás razones me es difícil escribir estas líneas, se trata de escribir a cerca de un amigo, de hecho, Iñaki, nuestro profesor de cocina tiene su restaurante a pocas calles de donde vivo, por sus mesas han pasado momentos muy agradables de mi vida y nunca se me ha ocurrido publicar nada sobre él, no tendría sentido.

Con Ca L’Esteve voy ha hacer una excepción y más adelante entenderéis por qué, pero no se trata de un restaurante habitual.

Lo habitual en una cocina es que a primera hora del día, a parte de preparar todo lo necesario para atender a los clientes  vayan desfilando toda una serie de proveedores que sirven el distinto genero, las verduras, las carnes, el pescado, las bebidas, por citar algunos .
En este restaurante los proveedores son muchos menos de los habituales, la razón: basta con cruzar la carretera para encontrarse en el huerto del que se abastece la cocina. Y no se trata de cuatro maceteros o de un pequeño patio en el cual se cultivan cuatro hierbas para dárselas de “eco-chef” o vociferar a los cuatro vientos de que el restaurante tiene huerto propio.


Se trata de un huerto con todas las de la ley, de él se abastece el restaurante durante casi todo el año de un gran número de verduras y hortalizas respetando la estacionalidad y los caprichos del producto.  No hablamos de cantidades pequeñas como igualmente no es pequeño el esfuerzo y la mano de obra necesaria para disfrutar de un producto de primerísima calidad que va directo a la cocina.


Podemos afirmar también que es el huerto el que “manda” sobre la cocina, lo que conlleva disponer de la infraestructura necesaria para manipular y conservar todas esas verduras y hortalizas que no entienden de días de trabajo, festivos ni de horarios. Me causa una sonrisa burlona cuando leo algún artículo en el que el cocinero afirma que después de su jornada de trabajo dedica su tiempo a “cultivar el huerto”, un huerto como está mandado necesita de mucho esfuerzo, de muchas manos y no del tiempo sobrante de un chef.

La cosa no termina aquí, tomates, pepinos, calabacines, calabazas y  pimientos se codean con las viñas, con un viñedo hablando con propiedad, del cuál se elaboran parte de los vinos de los que podemos disfrutar en Ca L’Esteve.


El caso es que donde termina el huerto empieza la bodega, cubas de acero inox, camisas de frío para fermentación controlada, barricas para envejecer los vinos,  embotelladora, almacén… lo mismos de antes,  no se trata de embotellar cuatro vinos, cuando la uva llega al punto óptimo de maduración y la enóloga da el pistoletazo de salida, todas las manos son pocas para vendimiar y llevar esos racimos de uva a buen destino.


Con las carnes, otro tanto de los mismo, Xesco se abastece de las masias vecinas, algunas forman también parte de la familia, y es que más vale cerdo y cordero conocido que por conocer.

Como podéis ver se trata de un restaurante un tanto singular que me ha llevado a bautizarlo –entre nosotros- como “la republica independiente de Ca L’Esteve”. Como le sucede a Madrid a Xesco sólo le falta tener más cerca el mar, pero al igual que en la capital aquí también llega el mejor pescado.
Ca L’Esteve se encuentra a pie de carretera, en el termino de Castellbisbal a escasos treinta minutos de Barcelona. Se trata de una antigua masía, totalmente reformada y acondicionada con los esfuerzos de la familia Esteve que dirige al completo este restaurante desde hace más de cinco generaciones.

Nada más bajar del coche junto al edificio principal nos encontramos con el Bar, en el cual podemos tomar un aperitivo y que además funciona como restaurante de menús entre semana, reservando el restaurante exclusivamente para el servicio a la carta.


El restaurante dispone de un amplio comedor principal, de corte moderno pero en consonancia con el local en el cual nos encontramos, muy amplio, bien decorado y funcional, con posibilidad de acoger  tanto el servicio a la carta como el de una celebración, para lo cuál disponen también de varios comedores privados, destinados a particulares y a eventos celebrados por empresas.


Esteve en la sala,  Montse en la pastelería y Xesco en la cocina, dejaos aconsejar en el tema de vinos por él, excelente maître. Estas son las cabezas visibles de un excelente equipo de trabajo que hay tras ellos.

La oferta gastronómica pasa por una selección de arroces, todos ellos “Illa de Riu”, entrantes fríos, calientes, un apartado que nos ofrece una selección de platos de “cocina de siempre” entre los cuales podemos encontrar unos clásicos canelones o un bacalao a la brasa con judías del “ganxet”, un apartado de carnes y pescados  con platos como un bacalao con samfaina, foie con salsa agridulce de cerezas o una espalda de cordero deshuesada y rustida, para seguir con una selección de carnes a la brasa al estilo de la “Masia” más ortodoxa y terminar con los postres.
Dejo para el final uno de los apartados más interesantes de la carta, los platos del día, en los que Xesco saca el máximo partido a ese fantástico huerto y a sus manos.
Arroz caldoso de bogavante, uno de los platos de la carta

Dicho todo esto pasemos a otra parte no menos interesante…

La comida empezó con unas excelentes olivas arbequinas, de sus olivos, no podía ser de otra manera y aliñadas por ellos.

Bodega y demás
 Detalle bodega del comedor y bodega principal

Tres Nadons 2009, Syrah . Vino vendimiado, elaborado y embotellado en la propiedad de Ca L’Esteve. D.O. Catalunya. 14 €.  Púrpura, ribete violáceo, muy vivo, cubierto. En nariz muy varietal notas de regaliz, minerales, fruta negra. En boca confirma la nariz, joven, equilibrado y cálido. Toda la expresividad de este varietal de manera muy comedida y acertada. Recordar que este varietal es capaz de producir vinos de una potencia y robustez muy elevada que en ocasiones pueden ser agresivos y en este caso estamos ante un vino muy comedido en el mejor de los sentidos.

2 Gaseosas, 4 €. Mi compañero no se sintió discriminado en esta ocasión por gustarle el “tinto de verano”.

El pan, una “baguette” de elaboración propia y una “coca del maresme” acompañados de un excelente aceite de la variedad arbequina de Sant Jaume dels Domenys, D.O.P. Siurana.

Entrantes

Sopa fría de tomate al perfume de albahaca con bogavante, 9.50 €. Una crema de tomate y albahaca, de cultivo propio, aderezada con un cordón de aceite y una pinza de bogavante perfectamente cocida. Un plato de gran sencillez, fresco y muy agradable.



Higos templados con parmesano y jamón de jabugo, 14 €. Excelentes higos, del huerto,  parmesano y jamón. Un conjunto de elementos de gran calidad que hablan por si solos, la gracia?, equilibrar todos los sabores y cantidades para que no se anulen entre sí, la dosis justa de parmesano y la temperatura idónea.


Primeros

Arroz de pies de cerdo con múrgulas, 17,50 €.  Se trataba del arroz del día, y este día tocaban pies de cerdo y rabassoles (múrgulas, colmenillas). Un arroz inmaculado, elaborado con la variedad “bomba” de Illa de Riu. Un grano de arroz goloso, acompañado de la textura gelatinosa del pie de cerdo, del intenso sabor de las setas matizado por unos “encuentros” ocasionales con garbanzos y judía verde. Una delicia de arroz.
Para los que no lo conozcais, Illa de Riu, es una marca de arroz de alta calidad producido por una “empresa” familiar en el Delta del Ebro, cosechan básicamente arroz bomba y carnaroli, este último especialmente indicado para la elaboración de “risottos” o arroces cremosos.

Segundos


Rodaballo a la brasa con berenjena en texturas, 17 €. Perfecta cocción y calidad del pescado, acompañado con una salsa de berenjena con un interesante punto dulzón, berenjena frita y escalivada. Un plato sencillo y muy bien ejecutado. Confesar que las berenjenas son una de mis debilidades y encontrarlas de esta forma una delicia. En casa el día que mi abuela hacía berenjenas fritas era un día de fiesta para mí.



Carrillera de cerdo deshuesada en “fricandó”. Una carrillera de cerdo cocinada a modo de estofado, con una cocción muy larga que proporciona una textura muy melosa, acompañada de su propia salsa de intenso sabor y notas dulzonas, y guarnecida con unos rossinyols (Cantharellus ciibarius. Castellano: rebozuelo, cabrilla, cantarela). 

Siempre es agradable encontarse con carnes poco habituales en restaurantes, las carrilleras de cerdo son un ejemplo de ello y tienen casi vetado el acceso a restaurantes de prestigio o “Gourmets”, situación opuesta a la que ha sufrido la carrillera de ternera cada vez más accesible en muchos lugares. 
Estas poseen una textura excepcional si están cocinadas correctamente. Decir que del cerdo me gusta todo, tal vez tenga menos afinidad por el lomo y el solomillo, prefiero partes "menos nobles", cuando se atreverá alguien a poner una magra del cuello (cap de llom) en una carta elaborada como se merece?. Xesco ya le ha hecho este honor a las carrilleras de cerdo.

Los postres
 
Para los postres se nos preparó una degustación a la que se acompaño con Caligo vi de boira, vino que nos aconsejo Esteve.
Caligo Vi De Boira, 100% Chardonnay botrytizado, 12 % vol. Penedés. DG Viticultors, invitación de la casa. Vino dulce, ligero, afrutado. Más que su nariz, lo que más sorprende es su ligereza, lo bien estructurado que está y su excelente relación alcohol-azucar. un excelente vino dulce.


Primero de todo se nos presentó una crema catalana acompañada de helado de avellana y una cuchara con helado de vainilla ambas correctas.
Continuamos un plato con diferentes postres clásicos, un mil hojas con nata, un Massini, una tarteleta de trufa e higos y una mouse de queso con confitura de higos casera e higos fresco, está de más y es redundante pero los higos eran de cosecha propia. Será por mi debilidad hacía los higos y su combinación de estos con el queso que es el postre que más cautivo. 
Todos y cada uno de los postres eran correctos basados en la pastelería tradicional, sabores conocidos. Tal vez el desafío en este apartado sea ser un poco mas arriesgado. Se percibe que la carta de platos está más trabajada que la carta de postres, creemos que será cuestión de tiempo que esto ocurra profesionalidad y saber hacer no falta en esta cocina.



Un café y unos petits “fours” (carquinyolis, rocas suizas, almendrados…), invitación de la casa fueron el final de la comida.

Para terminar

Ca L’Esteve cuenta con unas excelentes instalaciones y entorno, en verano podemos disfrutar de su terraza, de un parque infantil que lo hacen un lugar ideal para una comida en pareja, en familia, con o sin niños, para una celebración de cualquier tipo o para una comida de empresa o negocios, en sus salones privados.

Un servicio de sala profesional liderado por Esteve, que os aconsejará a las mil maravillas sobre la carta, los platos del día y los vinos, una de sus pasiones. Un equipo de sala con una atención hacia el cliente palpable en todo momento y una profesionalidad que queda de manifiesto en los emplatados y servicio frente al cliente, cosa que se encuentra a faltar en muchos establecimientos.

El Equipo de cocina, ejecuta a la perfección toda una serie de platos tradicionales de la cocina catalana, arropados por platos de cocina contemporánea y por otros de un equilibrado corte moderno. En todos ellos se percibe “un plus”, una marca de la casa que los hace muy especiales. El cariño por la cocina y por el huerto.

Hasta la próxima!, Esteve, Montse, Xesco.


 
Detalle del bar, restaurante de menús
Total de la factura: 92,61 €
Precio por persona: 46,30 €

Restaurant Ca l'Esteve Tel 93 775 56 90
Casetes de Ca n'Oliveró
ctra. Martorell a Terrassa km. 4,7
08755 Castellbisbal