martes, 31 de agosto de 2010

Pizzería La Verónica


Pizzería La Verónica & Hotel Barceló Raval
30 julio de 2010

No recuerdo con exactitud cuantos años lleva en funcionamiento esta pizzería, pero seguro que algo más de diez años, con lo cual podemos decir que somos “viejos amigos”. 
La Verónica, se ubicó durante muchos años en el Barri Gòtic, a poca distancia de la plaça Sant Jaume. La pizzería contaba con dos entradas, una en la calle Avinyò, junto a la pequeña placita de la Verónica de la cuál tomo su nombre. La otra puerta del local se abría a la plaça George Orwell (plaza del tripi, seguro que así os suena), en la cuál,  en temporada montaban la terraza de verano. Vamos un ambiente de los más variopinto.



La cosa es que por problemas relacionados con el mundo inmobiliario, hace ya tiempo se mudaron, en esta ocasión a la Rambla del Raval, lugar también variopinto, puestos a hablar, entre hoteles de “lujo” y kebabs. Tras la mudanza de barrio, la pizzería mantuvo los mismos colores, decoración y diseño, que en su día marcaron el local, lo único nuevo fueron los espacios, mantuvo también con pocos cambios su oferta gastronómica, a la que tiene acostumbrada a una clientela bastante fiel.

La Verónica es una pizzería sin pretensiones en un local agradable y cálido a pesar de su sencillez. Ensaladas, pizzas, algún que otro postre y una pequeña oferta de vinos. Mesas ni grandes ni pequeñas, nada de mantelería, vasos para las bebidas –no hay copas- y música de fondo son la ambientación para las que considero a nivel personal una de las mejores pizzas de la ciudad dentro de su estilo.


La carta de la Verónica nos ofrece para comenzar una selección de ensaladas que van desde los 7,50 € a los 10 €, desde la clásica de Tomate y Mozarrella, pasando por la de Zanahoria, Hinojo, Rúcula, Champiñones, Pollo, Pasta, Canónigos, Mojama entre otras. Todas ellas muy bien presentadas, al menos las que pudimos ver.


En cuanto a Pizzas disponemos de un amplio surtido: Margarita, Marinera, Calabacín, Berenjena, Pesto, Salmón ahumado, Atún, Quesos, Napolitana, Verduras, Rúcula Escalibada, Puerros, Roquefort, Jamón etc…

Destacan algunas pizzas propias, como La Verónica, con manzana y gorgonzola, Pizza Bruni, con crema de tomates secos y radiccio, Pizza Roquefort que se acompaña de nueces. En general todas las pizzas incorporan algún ingrediente y un toque de originalidad que las diferencia de las demás, sus precios entre los 9,50 y los 13,50 €.
Interesantes también,  las pizzas fuera de carta, como en esta ocasión que era de trompetas de la muerte.

La oferta concluye con cinco postres, tiramisú incluido a 6 €, lástima que son de corte industrial y desmerecen el nivel ofrecido por la pizzería.
La carta de vinos, muy escueta pero interesante, a destacar la calidad de los vinos de la casa blanco, rosado y tinto a 10,5 €.

En esta ocasión la cena fue rápida, dos pizzas, dos postres, un vino y un agua.

Bodega y demás


Viña Salamanca 2009, malvasía, verdejo y palomino fino. Vino de la tierra de Castilla y León.  13,5% Vol. Bodegas Valdeaguila.10,50 €
Pajizo pálido, nariz de media intensidad con marcados aromas de fruta blanca (pera), notas florales y herbáceas. En boca ligero, ácido, ligeramente amargo, no muy persistente. En retronasal vuelven los recuerdos a fruta. Un vino sencillo, pero muy agradable. La gama de vinos Viña Salamanca, son utilizados como vino de la casa, en blanco, tinto y rosado.
Agua con gas Veri. 1,70 €

Las Pizzas


Pizza espinacas. 13,50 €. Espinaca fresca, mascarpone y crema de tomates secos. La combinación de los tres ingredientes citados sobre la pizza, muy agradable.
La masa de todas las pizzas, es fina, crujiente y con un interesante olor a levadura.


Pizza del día, en este caso trompetas de la muerte. 13,50 €. Simplemente excelente. Como igualmente lo es introducir productos no habituales en otras pizzerías, en este caso algo tan estacional y particular como este tipo de seta, perfectamente manipulada y tratada.

Los postres


Un tiramisú, industrial, pero bastante aceptable y una pastel de castaña y chocolate que nos dejo indiferentes. Ambos a 6 €.


Un Café (1,10 €) fue el final de la cena.

Resumiendo…

Un local moderno y desenfadado, servicio agradable e informal junto con unas pizzas que destacan por sus toques de originalidad y calidad de sus ingredientes. Precios dentro de lo habitual, un poco fuera de lugar en los postres y ajustados en bebidas y cafés.

Total de la factura: 52,30 €     
Precio por persona: 26,15 €


Pizzería LA VERONICA  www.laveronica.es
Rambla del Raval, 2-4
08001 Barcelona
Tel 93 329 33 03
Abierto todos los días, medio día y noche




La noche no termino aquí, a mi reencuentro con la Verónica le siguió una copa en la Terraza del Hotel Barceló Raval.


Hotel Barceló Raval

Hace tiempo que los Hoteles quieren ganarse a la clientela de a pie para  sus restaurantes, y es que es difícil cubrir la inversión de cocina, sala y personal únicamente con los clientes del hotel. Formulas de lo más variadas han dando pie a ello, restaurantes gastronómicos, brunchs, cocineros reconocidos como reclamo, buffets y ofertas de todo tipo para conseguir la preciada clientela.


La asignatura pendiente: Las copas, pero parece ser que algunos hoteles ya están en ello. Una sugerente oferta, nos llevó a visitar la terraza del Hotel Barceló Raval, que se anuncia como terraza 360º, panorámica desde la cual podemos divisar la ciudad condal.


La experiencia la verdad dejo bastante que desear. El bar es prácticamente un kiosco de bebidas, la terraza un pasillo circular con bancos de plástico más propios del jardín de una casa, en algún lugar el espacio se ensancha para dar cabida a dos o tres mesas y a un mini “estanque”. El ambiente en la penumbra para poder otear el paisaje urbano. El mojito que tomamos de lo peor.


La "nota divertida" de la noche fue que al sentarme en uno de esos bancos que citaba, y dada la escasa iluminación no me percate de que el asiento estaba rebosante de un líquido: mis pantalones y ropa interior quedaron totalmente mojados, con lo cuál anduve toda la noche fresquito. Las pequeñas mesas y los bancos eran un cementerio de vasos sucios sin recoger.


Más "divertida" aún fue la respuesta del personal, no sabían como disculparse y achacaron el problema a lo poco civilizada que es la gente. Al final, según el responsable de seguridad, la culpa casi era mía por sentarme. Lo único que pude decir es que podía haber personal a cargo de vigilar las instalaciones. Desde luego los cuatro estrellas ya no son lo que eran.



viernes, 6 de agosto de 2010

Restaurant la Galinette










Restaurant la Galinette, 24 de junio de 2010
  
Cualquier excusa es buena para cambiar de aires… y de cocina. Barcelona tiene entre otras ventajas su cercanía al país vecino de la parte de arriba. Eso junto con mi devoción por  Francia fue la excusa perfecta para volver a visitar Perpignan, comer en la Galinette y volver a nuestro ritmo bordeando la costa pasando por Portlligat y Cadaqués.
Una vez más con la guía roja en mano, con la cuál mantengo una ambivalente relación, seleccionamos el Restaurant la Galinette, una estrella michelin y menú de medio día  a 19 €.


Llegábamos al restaurant la Galinette alrededor de la una de la tarde, la recepción correcta. El local luminoso, amplio, bien decorado gustos a parte, mesas amplias, confortables y con una vajilla y cristalería más que correcta.





Elegimos el citado menú del día, compuesto por tres platos sin posibilidad de elección, menú fijo vamos.


Bodega y demás.


Blanc Bec, 2007. Domaine Rivaton. 50% macabeo, 30% carignan blanc, 20% grenache gris. Vin de Pays des côtes Catalanes. 13,8 % vol. 23 €. Color paja subido, lagrima densa y pesada, glicerico. En nariz notas de manzana oxidada, plátano sobre madurado. En boca potente, muy seco alcohólico, matices abocados.

Agua Mineral natural con gas Badoit. 4,5 €


El pan, un único tipo, individual de corteza dura miga compacta y un agradable sabor a levadura.

Primeros.



Ensalada de queso Manchego, magra de cerdo curada y pesto. La ensalada compuesta por canónigos, rúcula y hoja de roble, aliñada con una más que correcta salsa pesto y guarnecida con una lámina de queso manchego, un embutido elaborado con la magra de cerdo, una lámina de pan tostado perfumado con ajo y unos excelentes aros de cebolla roja fritos que llegaron a la mesa calientes y perfectamente crujientes. Adornaban el plato una vinagreta de tomate rojo y otra de tomate amarillo.
Una ensalada de “ningún lugar”, con un pesto italiano, un queso español y de manufactura francesa pero que dio muy buen resultado. Un plato muy agradable.

Segundos.



Salmón al curry con variación de calabacines. El salmón a la plancha, con un punto de cocción perfecto, al menos para nosotros, al punto, ni excesivamente cocido, ni crudo. Guarnecían el plato distintas variedades de calabacín y una calabaza con una cocción muy correcta, bañados en una ligera salsa de cúrcuma, que de lo único que adolecía era de falta de sal, cosa de fácil solución. A destacar la variedad de calabacines que intervenían en el plato. Aromatizaban el plato unas ramitas de hierbas frescas: orégano, tomillo y albahaca.

Postres.


Surtido de quesos. 12 € (fuera de menú). Excelente presentación y ración de quesos. A la izquierda en la bandeja rectangular un queso fresco de cabra acompañado de una “tapenade” de olivas y tomate seco y sobre este otro queso de cabra curado en aceite que resulto increíble. En el plato cuadrado, roquefort, un queso similar al Saint Marcelin del que no recuerdo el nombre y por último un Cabrioulet de pasta dura, también de cabra.
Acompañaban a los quesos unos excelentes higos en almíbar de vino tinto y unas cerezas ligeramente salteadas y caramelizadas.


Merengue italiano, sorbete de cerezas, compota de cerezas. En la base del plato unas cerezas picotas ligeramente compotadas acompañadas de su jugo perfumado con vainilla. En merengue caramelizado perfectamente ejecutado y acompañado de un sorbete de cerezas simplemente increíble. Decoraban el plato un bastoncito de merengue suizo, menta y una flor de lavanda. Un plato de elaboraciones muy clásicas que sorprendió por su ejecución.

El menú terminó con un café solo. 3 €.

En resumen…

Excelente servicio de sala, atento y eficaz, acompañado de unos platos de una calidad más que correcta para el precio pagado.

Precio del menu, sin bebidas: 19 €
Total de la factura: 80,50 €.   Precio por persona: 40,25 €.

Restaurant la Galinette
23 rue Jean Payra - 66000 Perpignan
Teléfono 04 68 35 00 90
Vacaciones:15 julio-15 agosto, 22 diciembre-5 enero, domingo y lunes


lunes, 2 de agosto de 2010

Restaurant St. Rémy


Restaurant St. Rémy, 24 julio de 2010
Sant Rémy, era de esos restaurantes que conocía de oídas y desde hace bastante tiempo. Su carta de precios aparentemente ajustados, salvo excepciones, junto con su oferta bastante amplia y clásica nos decidieron a ir a cenar con una antigua amiga. Tres comensales en esta ocasión.


El local ubicado en una antigua casa de la calle Iradier de Barcelona es de los más bonitos que he visitado en su categoría. La entrada con sala de espera, y una pequeña barra que dan paso a un inmenso salón con una planta superior rodeada de barandillas. Un espacio muy diáfano, decorado en blanco y rojo burdeos. La bodega situada en la parte superior de la primera planta embellece más aun la sala.


La recepción atenta y correcta. La carta de línea clásica, bastante acertada a primera vista. En una hoja anexa a la carta encontrábamos toda una relación sugerencias que incluían más de 15 platos y vinos recomendados.
El mobiliario de sala amplio, comodo y elegantemente vestido. Únicamente vajilla y cristalería desde mi gusto personal necesitarían una actualización.



Bodega

Olvena crianza 2005. 100 %Cabernet Sauvignon. D.O. Somontano. 14% vol. 15,60 €. Rojo rubí, media capa, menisco ligeramente abierto. Nariz no muy intensa con recuerdos a frutas rojas compotadas y recuerdos balsámicos. En boca, ataque ácido, equilibrado, ligeramente tánico pero sin demasiada amplitud. En retronasal se confirmaban las notas balsámicas.


1 Cerveza. 3 €
1 Refresco (Seven-up). 3 €
1 Agua con gas (Vichy Catalán). 2,50 €
Los mismos problemas de siempre. La única agua con gas era Vichy y la gaseosa ni nombrarla, demás refrescos todos disponibles.

Aperitivos y demás.


Chupito de zumo de tomate. Agradable bien aderezado pero con un punto de sal algo alto.
Tapenade. Más que correcta, acompañada de unas tostadas.
Pan. Una Chapatas individuales, pan industrial pasable. Solo se sirvió una única vez.

Primeros.


Risotto de alcachofas, espinacas y espárragos. 11,95 €. Un  arroz ligeramente pasado y seco con una consistencia que no era la que le correspondía. Los ingredientes, alcachofa, espárragos y espinaca congelados o en el caso de que alguno de ellos no lo fuese la consistencia conseguida durante la elaboración hacían que así lo pareciesen. El resultado un risotto de verduras mal elaborado, decorado con unas hojas de espinacas fritas y con un punto de sabor y de sal muy bajo.



Huevos pochés con foie fresco de pato y salsa de trufas. 11,00 €. En la base del plato una rebanada de pan, los huevos de forma perfecta colocados sobre ella. Sobre los huevos la escalopa de foie, una juliana de patata frita remataba el plato. Acompañaba el plato una salsa de trufa refrescada con cebollino.
La base de pan era una simple rebanada tal cuál. Los huevos poché de forma perfecta estaban ligeramente pasados, sin la suavidad que se espera de esta elaboración. El foie de lo más correcto aunque ligeramente frío. La juliana de patata con un exceso de sabor a aceite y algo blanda. La salsa muy correcta de color estaba falta de sabor e intensidad, el olor a trufa no lo pude reconocer. Un plato que no convenció.

Segundos.



Pies de cerdo deshuesados rellenos de setas y trufa. 12,85 €. El pie de cerdo se presentaba en dos porciones deshuesado, relleno con una farsa, Salseado con un jugo de carne y guarnecido con unas setas de cultivo (Champiñón y sitake). Decoraba el plato un cordón de aceite de perejil, cebollino y unas patata rejilla.
El pie de cerdo (pasado de cocción), en su interior no llevaba ningún relleno de setas y trufa, en su lugar una farsa de carne un tanto reseca. El conjunto tenía sabor a recalentado y de haber absorbido olores de “cámara”.
La salsa que acompañaba al plato era la misma que se había utilizado para los huevos escalfados, con su mismo sabor indefinido.
Las setas no tuvieron mejor suerte, salteadas y recalentadas poco conservaban de su textura original.
Por último las patatas rejilla para no defraudar al conjunto de crujientes tenían bien poco.


Confit de pato a la salsa bordelesa con peras. 13,95 €. El muslo de pato confitado, salsa de carne, unas peras en almíbar, chips de yuca y unas hojas de espinaca frita componían el plato.
El confit ni de lejos era de elaboración propia, en exceso reseco por un recalentado y dorado excesivo en el horno. La salsa bordelesa, nombre que recibe por incluir vino tinto de manera notable entre sus ingredientes presentaba un color y sabor que distaba bastante de otras salsas bordelesas que he probado, sencillamente daba la sensación de no tener vino.
La pera en almíbar, aunque buena tampoco era de elaboración propia y los socorridos chips de yuca presentaban un sabor indefinido a aceite de fritura, lo mismo que la hoja de espinaca. Fue uno de los peores platos de la noche.
El confit es de esos platos que rara vez pido en un restaurante salvo que tenga confianza plena en lo que se me sirve, me disgusta profundamente comer un confit “de lata”.
Esta elaboración francesa, hermanada con todas las conservas de carne que podemos encontrar repartidas por la península, es una técnica en desuso y reñida con las dietas que nos transporta en el tiempo, a la necesidad de conservar una carne cocida, aislada y conservada en su propia grasa, muchos de vosotros conoceréis el lomo en manteca, las costillas o los chorizos elaborados de esta manera.
La elaboración del “confit” de pato es bien simple, los muslos de pato aromatizados con hierbas y especias se cuecen en abundante grasa del propio animal a una temperatura muy suave y por un espacio de tiempo bastante largo. El resultado una carne tierna y melosa, perfumada, que cubierta totalmente en esa grasa, una vez fría, conservará los muslos durante muchos meses.
Los confitados al igual que los escabeches, como modo de conservación han perdido a día de hoy su significado, disponemos de técnicas de conservación mucho más avanzadas, por lo tanto estas elaboraciones las realizamos por placer, no por necesidad de conservar sino por el excelente sabor de un buen confitado o de un escabeche.
En la actualidad encontramos los “confits” de pato en diferentes establecimientos, envasados al vacío o en lata, listos para calentar, guarnecer, salsear y servir. Esto ha convertido a este plato en un recurso “facilón” para muchas cartas de restaurante: sacarlos de la lata o bolsa de vacío e introducirlos al horno, tener una salsa apropiada y una guarnición acorde calentita. El resultado es una homogeneización del producto, todos los “confits” son “clónicos”.
El hecho de recalentar el “confit” al horno a temperatura alta para conseguir esa piel dorada y crujiente es para mí, un error, queda completamente seco. Si podéis os aconsejo recalentar el “confit” en su propia grasa a temperatura suave, o envasado al vacío, al baño maría y posteriormente una vez caliente, dorarlo suavemente en una sartén, de esta forma se mantiene y consigue una carne caliente, jugosa y una piel crujiente y dorada.


Espaldita de cabrito deshuesada con pastel de patata. 20,75 €. Un plato fácil de describir, una salsa en la base del plato, la pieza de cabrito deshuesado y un pastel de patata como guarnición.
Una vez que este plato estuvo frente a mi llegué a una conclusión: a mi madre le toman el pelo cada navidad, las espalditas de cabrito que cocina para la noche buena son demasiado pequeñas o de otro animal que desconozco, o por el contrario la supuesta espaldita que nos sirvieron en este restaurante no merecía denominarse cabrito.
El comensal que pidió el plato sugirió que “más que una espalda de cabrito le habían traído la espalda de un cabrón”. Ciertamente era la espalda de un animal adulto. La textura, deshilachada, seca y el gusto hablaban de una carne  falta de sabor y condimentos, sal, pimienta; recalentada varias veces en el horno, con un regusto a “cámara”. Acompañaba al plato un pastel de patatas… muy correcto desde lo visual pero con un sabor amargo, agrio, con la nata agrumada. La salsa, una vez más la misma que se utilizo con los otros segundos. Se vuelve a repetir la situación de un plato pasado por el horno varias veces y por la nevera.

Postres.


Tiramisú. 5,46 €.  No voy a describir el postre, la fotografía habla por si sola. Tan solo comentar que se trataba de un tiramisú industrial que dejaba bastante que desear acompañado de una salsa de café. Es una lástima el trato que se le da a este excelente postre italiano.



El crujiente de chocolate. 5,46 €.  Unas capas de pasta similar a la del barquillo, bañadas en chocolate se intercalaban con una especie de trufa. “Decoraban” el plato una salsa de chocolate y una confitura de chocolate. La textura del “cremoso” no era de lo mas correcto, más que un cremoso era una trufa… su sabor bueno. Los crujientes industriales bañados con una cobertura de chocolate de bajísima calidad y en el límite de la humedad aceptable para un crujiente.
Las decoraciones de chocolate y frutos rojos terminaban de arruinar el plato.
En la entrada anterior un seguidor comentaba las decoraciones tipo garabatos/líneas en los platos,  al menos aquellas estaban bien realizadas gustos a parte.

Cafés y demás.


1 café. 1,70 €, 1 menta poleo. 2,50 €.
Los petit fours anodinos. Una galleta tipo “cookie”, una trufa nada memorable y unos dados de pasta de fruta.

Para terminar.

El servicio de sala fue correcto pero muy rígido, distante y seco, amén de una camarera que hacia más relajado el servicio con su sonrisa.
La cocina a excepción de los primeros que podían aceptarse haciendo un esfuerzo, dejó mucho que desear.  Nos extraño el uso repetitivo de la misma salsa en varios platos y el sabor “a recalentado” de ellos.
Los Postres, dadas las pretensiones del local eran inaceptables.
Resumiendo la mejor relación cantidad-precio, muy apreciado por muchos comensales y destinados a paladares acostumbrados a una comida que olvida determinados parámetros de calidad.
Para rematar, en la entrada del local figura la pegatina de la guía Michelin”, una de dos o los inspectores hace mucho que no visitan el restaurante o  una vez más entro en discrepancia con su criterios de selección.
Llegado este punto y tras la cena nos pusimos a recabar información en la red, y encontramos comentarios y buenas criticas de este restaurante pero la gran mayoría de ellas se centran el 2008. Cambio de dirección, cambio de cocinero, la maldita crisis?, quien sabe.

Total de la factura: 116,74   
Precio por persona: 47,91 €

C/ Iradier, 12
08017 Barcelona
934 187 504