domingo, 1 de mayo de 2011

Restaurante Alejandro



Restaurante Alejandro, 20 abril de 2011

Va camino de convertirse en obligación el hecho de visitar El restaurante Alejandro cada vez que pasamos unos días de vacaciones en el pueblecito de Albox a poco más de cien kilómetros de Almería. Obligación que dicho de paso es un placer.


Más de un año ha pasado desde que la guía Michelin galardonase a este joven chef con una de sus estrellas Michelin y que como en otras muchas ocasiones ese reconocimiento ha servido para sacar a Alejandro del “anonimato” o mejor dicho, tener una difusión más amplia de su cocina fuera de su ámbito de influencia.

Intentamos visitar los restaurantes entre semana, fuera de viernes y sábados llenos de bullicio. Este miércoles fue ideal para nosotros, por la noche un Madrid-Barça, cosa que a más de un restaurador llevará de cabeza, pero que a nosotros nos brindó un ambiente más relajado; no había el mismo número de mesas ocupadas que de costumbre.


Excelente acogida por parte de un personal de sala joven e informal en su justa medida.
Al igual que en otras ocasiones Alejandro, el chef, tomó nota de la mesa, en esta ocasión le pedimos que él nos sirviese lo que creyese más conveniente.

detalle cocina
Aperitivos

Cava Juve y Camps Milesimé 2006. Un excelente espumoso elaborado íntegramente con la variedad Chardonnay. 24 meses de crianza en botella. 

Los aperitivos que ya habiamos degustado en la anterior visita, seña de la casa, marcan la vocación marinera de la cocina de Alejandro.


Regañás con salmorejo. Excelente salmorejo acompañado de este pan plano tradicional de Andalucía que acompaña a muchos aperitivos, entre ellos el jamón. Foto arriba a la izquierda, bol cuadrado.




Tres aperitivos, servidos en el plato de pizarra.

Tortilla de quisquillas, una base de pasta muy crujiente, con diminutas quisquillas. Cambiaba el modo de elaboración con respecto a la que probamos la vez anterior, estas mucho más finas y crujientes.
Chicharrón de bacalao. Tripa de bacalao, crujiente, perfectamente frita, para nada grasa y aromatizada con una emulsión de hierbas.
Bocadillo de jamón. Minúscula e interesante elaboración de pan, hinchada y hueca en su interior a modo de pita, perfumada con jamón y una espuma de agua de tomate.



Sopa de patata con arenque y tomate seco. Cremosa y ligera sopa de patata con sabor ligeramente ahumado que proporciona el bacón que interviene en su elaboración. El punto de salazón del arenque, acompañaba a la perfección la dulzura de la patata junto con el tomate seco, unos picatostes, un aceite de hierbas y una espuma de vinagre. Un conjunto perfecto que aunaba prácticamente todos los sabores.

Bodega y demás.

Enate Chardonnay 234 2008. D.O. Somontano. 13,5% Vol. Bodegas Enate. 21 €.
Amarillo pájizo. Nariz muy frutal e intensa,  frutas exóticas, piña. En boca amplio, graso, muy goloso. En retronasal matices cítricos. Un vino que está entre mis preferidos.

Magma, de Cabreiroa. Agua mineral con gas. 3 €


El pan. De corte tradicional y miga compacta, remarcado olor a levadura. Muy agradable.  Acompañaban al pan dos aceites, uno elaborado con aceituna Picual, intenso, potente, ácido y otro de arbequina muy frutal aromático y equilibrado.


Degustaciones.


Ostra en ceviche. Excelente textura de la ostra, únicamente condimentada con cítricos,  unas gotas de aceite y una hojita de perejil.



Sardina marinada, ajoblanco y uvas. La textura de la sardina perfecta, el marinado un poco subido de vinagre para el gusto de algunos comensales. El ajoblanco de intenso sabor a almendra y perfectamente equilibrado con el ajo, de textura algo más consistente para adecuarlo al plato, servido aparte e individualmente.
Guarnecían el plato unas uvas moscatel ecológicas y huevas de pez volador que aportaban su agradable textura crujiente. El único comentario alrededor del plato fue que tal vez un exceso de vinagre –de las sardinas- enmascaraba el resto de sabores al degustarlos en conjunto.



Caldo de pimentón con gacha y quisquilla. Este plato se inspira en una receta tradicional de la provincia de Almeria, las gachas pimentonas. Un plato humilde que en su origen parte de unas gachas y de un caldo de pescado, tomate y en especial de pimientos, tanto secos como asados, el toque final lo pone una punta de comino.

Alejandro consigue recrear este plato de manera magistral, con un excelente caldo en el que se aprecian todos los sabores antes mencionados, las gachas se convierten en una suerte de blinis y unas excelentes quisquillas apenas entibiadas redondean el plato. Excelente!


Menestra de verduras con cañadillas y huevo escalfado
Como base del plato una sopa de perejil, de una potencia aromática y gustativa excepcional, como acompañantes cañadillas, múrgulas, alcachofas, juliana de judia verde, espárragos blancos y trigueros. Una sinfonía vegetal.

Para rematar unas láminas de trufa bianchetto, que nada tiene que ver con la blanca, pero de una calidad organoleptica considerablemente mejor que la de verano. Un plato excelente con unas cocciones muy precisas de los vegetales y del resto de ingredientes.


Cigala. Poco más que añadir, la fotografía habla por si sola. Únicamente remarcar su frescor, magnifica cocción y tamaño. Una delicia.


Mero con salsa de piel de atún. Muy buena cocción para el mero y excelente “guisito” a modo de salsa elaborado con la piel de atún que le proporcionaba una agradable textura gelatinosa, aromatizado con las notas ahumadas y el sabor ligeramente picante del pimentón de la Vera. 
Un plato de pescado muy agradable, aunque el punto de cocción del mero dada su musculatura, sea un poco difícil para personas poco habituadas a comer el pescado con cocciones breves.


Carrillera de buey con setas de temporada. Como colofón un plato de carne y contundente. Textura melosa de la pieza, acompañada de una reducción del jugo de cocción y de setas de temporada (senderuelas, setas de San Jorge...). Una carrillera magistral.
Para acompañar a este plato se nos recomendó una copa de vino tinto "El Castro de Valtuille", elaborado con la variedad mencía, de Bodega Castro Ventosa, en la D.O. Bierzo. Todo un acierto.

Postres

Para terminar, una degustación de cuatro postres.

Drácula
Un guiño a la infancia. Helado de vainilla, espuma de frambuesa y granizado de cola. Texturas y sabores muy acertados, una versión de lujo del Drácula. Un postre que irremediablemente te hace hojear el libro de los recuerdos y trasladarte a la niñez, sensación reforzada más aún por unos peta-zetas en el fondo de la copa.


Sandwich de chocolate
Excelente bizcocho de chocolate, en su interior un coulis de frutos rojos, tal vez junto con la naranja la alianza más clásica para un bizcocho de chocolate; lo que no significa que por clásica no sea menos buena. Una salsa de plátano y una nuez garrapiñada completaban el plato.


Americana del Kiosco de Amalia
Otro guiño a la tradición. En esta ocasión Alejandro se inspira en una bebida a base de leche, licor de cola, canela y limón, que se sirve desde antaño en el Kiosco de Amalia con grandes similitudes a una leche merengada
En el postre aparece el “batido” como base, emulsionado, completado con un bizcocho, un helado de leche, dados de crumble y unos granos de caviar de limón. Un postre lácteo muy agradable, que adquiere mayor significado para quienes han compartido la Americana de Amalia.

A destacar el caviar de limón, lo mas interesante que no es fruto de ningún proceso de la industria-quimica, sino un regalo de la naturaleza. Este caviar son lo alveolos del “Citrus australasica” originario de sotobosque subtropical australiano. Estas “bolitas perladas” algo translúcidas ofrecen el sabor característico de las frutas cítricas, ácido y en este caso suave, la piel que recubre el zumo es muy firme proporcionandole una textura muy crujiente que al explotar nos revela su sabor que contrasta y potencia el resto de elaboraciones del postre.


Piedra del desierto. 
Degustamos este postre en nuestra anterior visita, y fue una delicia volver a degustarlo, copio lo que escribí en nuestra anterior visita.
Desde buen principio, nada más acomodarnos en la mesa, nos llamó la atención los cactus que decoraban las mesas, acordes con la sobriedad del local, y nos llamaron también la atención por el hecho de que le gustan mucho a un familiar nuestro. En concreto el mencionado cactus es un lithops, originario de la zona de África del Sur.
Planta y postre compartían recipiente, para uno cumplía las funciones de maceta y para otro de plato.
La base del postre una trufa de chocolate cremosa y potente, diferentes bizcochos y galletas a modo de tierra, jugando con sabores dulces y amargos. El cactus, una trufa de chocolate blanco y té verde, cremosa y suave, con el sutil sabor de la hoja de té. Una salsa de limón emulsionada completaba el juego de sabores.
Hay que destacar que este era el postre que cerraba el menú degustación. Como si se tratara de una película o de un cuento aquel detalle inicial presente en una mesa muy austera se convertirá en el broche que cierra una estupenda experiencia gastronómica.
Una apuesta que sorprende en lo sensorial y una mezcla de texturas que recuerdan perfectamente la aridez y la bondad del desierto que rodea la costa de Roquetas.

Petit Fours
Una pasta de fruta de maracuyá, una magdalena de arándanos, una nube de naranja y un bombón de chocolate blanco, tequila y chile. Muy correctos y diferenciados entre si.
Una infusión (2,50 €) y un café (2,50 €), fueron el final del menú.

Conclusiones

Se mantienen en Alejandro una serie de constantes desde nuestra última visita. Un Servicio de sala, formado por personal joven, muy correcto y profesional en todo momento. La atención del Chef al asesorar sobre su carta, tomar la comanda y pasar posteriormente por las mesas para cerrar la velada con el cliente e intercambiar impresiones.
He de confesar que me gusta la cocina de este restaurante. Me gusta su vocación marinera, el excelente trato a la materia prima, sus guiños a la cocina tradicional local enmarcada dentro de su cocina de autor, sus juegos moderados con los postres, sin llegar a las exaltaciones de otros cocineros que convierten un postre en un campo de futbol o arrugan una remolacha en cal viva para hacernosla colar por ciruela pasa.
Postres que a su vez son un final perfecto y que en ningún momento bajan el nivel con respecto al resto de la oferta culinaria.
Todo lo anterior, sumado a una excelente relación calidad/precio hacen de este restaurante un lugar más que recomendable para conocer la alta gastronomía almeriense.


Para quienes deseen una información más detallada, podeis consultar también mi anterior crónica:


Aprovecho la ocasión para informar que Alejandro a diversificado también su oferta gastronómica como otros conocidos cocineros.

Podemos disfrutar de su cocina adaptada a dos establecimientos orientados a la cocina informal y el "tapeo".
El primero de ellos, Bacus, ubicado en Agua dulce.  El segundo, Plaza Vieja, ubicado en pleno centro de Almería. Os dejo los enlaces para más información.





Camino de los Parrales, 330 - Aguadulce (Almería)




Plaza de la constitución, 5 - Almería
tel. 950 274 448



Para terminar, desear que Alejandro y su equipo continúen con esa buena "estrella".

Total de la factura: 216,28 €
Precio por persona: 72,09 €
  
Restaurante Alejandro
Avda. Antonio Machado, 32 04740
Puerto de Roquetas de Mar - Almería
Tel. 950 32 24 08

7 comentarios:

  1. COMO SIEMPRE, SIGUIENDO TUS PASOS GASTRONÓMICOS Y TU BUEN GUSTO POR LA RESTAURACIÓN, SE QUEDA UNO CON GANAS DE COGER EL SIGUIENTE TREN PARA VISITAR LOS RESTAURANTES A LOS QUE ACUDES... TIENE MUY BUENA PINTA Y SIN DUDA QUE IRÉ SI PASO POR ALMERÍA CUANDO ME LLEVE A ANDREA A LINARES... UN PLACER SEGUIR TU BLOG. SALUDOS

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  2. Teníamos muchas ganas de visitar el Alejandro este verano, pero es casi seguro que no podremos ir a Cabo de Gata, como acostumbramos. El año que viene quizás.

    Fantástico menú, fantásticas descripciones, comos iempre.

    ¡Un abrazo!

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  3. Visitamos Alejandro este febrero y nos gusto mucho en general, aunque el menú que degustamos fue completamente diferente, sólo se repitió la ostra el postre del kiosko. Personalmente eché en falta otra opción que el menú. Posiblemente repitamos en octubre.
    ... y si frecuentas la zona, te aconsejo una escapadita a El Ejido, La Costa es también un restaurante estupendo.

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  4. Da gusto leer tus crónicas, como siempre, la excursión es larga, pero ideal para el que este por la zona. Por cierto ese Chardonnay de Enate es fenomenal. saludos

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  5. Gracias por tu comentario Agustin. La verdad es que si te desplazas a la zona es más que recomendable ir. En cuanto al 234 cumple las tres "B", bueno-bonito-barato, es dificil no pillarla con este vino.

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  6. Anonimo, gracias por el comentario y por seguir el blog, también he estado en la Costa, tengo pendiente el post, Saludos!

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  7. Espero tus comentarios sobre La Costa (y que llegue octubre, para repetir...). La verdad es que da gusto leer tu blog, aún más si comentas restaurantes que uno ha visitado.

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